Bitácora rebelde del programa LA ENREDADERA que emitimos desde hace casi 10 años en la emisora libre RADIO TOPO. Puedes escucharnos cada domingo de 21 a 23 horas en directo en el 101.8 de la FM zaragozana o descargarte nuestros sonidos en la web www.archive.org ¡¡Escucha nuestros programas, entrevistas y cuñas en este mismo blog!! ¡¡ROMPE LA INCOMUNICACIÓN!!

lunes, 14 de julio de 2008

A Sergio Algora


Zaragoza no anda sobrada de personas.

Es una ciudad de gente,

sin duda.

Y ya se echa de menos a Sergio.

Sergio era vecino, camarero, escritor y músico.

Me pegué un verano entero

escuchando El Efecto Lupa en el balcón de mi terraza.

Daba a una comisaría

y yo ponía la música a todo trapo

tratando que algún policía se incomodara.

Disfrutaba mirando a las chicas que pasaban,

cantaba a berridos,

bailaba como un loco,

como manda El Niño Gusano,

y ningún policía se incomodaba.

Recuerdo que fuí solo a un concierto.

Cogí mi bicicleta,

pero no acompañé a mis colegas

a la Chimenea,

al Centro Cívico Delicias

o al Arrebato.

Me fuí a las Murallas Romanas

a ver al Algora con su pandereta,

y a la trupe fantástica de gusanos.

Estaba muy acompañado con sus canciones.

Me fuí con más melodías,

con más colores,

más contento.

Pasaron los años y leí a Sergio Algora.

Me gustaba descubrirlo en sus libros de poemas,

por supuesto,

los de cuentos que me pasaba mi hermana,

pero también me alegraba cuando lo encontraba

en el Heraldo,

en la Zum!,

en otras revistas variopintas,

incluso en el Bandolero,

indirectamente.

Levantando el puño.

Con Muy Poca Gente.

Le invité a La Enredadera,

a Radio Topo,

al subsuelo zaragozano.

Con Bigott.

Vinieron y me dejaron el programa patas arriba,

mis compañeras anonadadas,

el guión dado la vuelta

y la polémica servida.

Me gusta mucho conocer punkies

con la cresta para adentro.

Vividores alegres,

que no abundan por estas tierras.

Años antes conocí el Bacharach.

Un restaurante nuevo en mi barrio,

en el corazón de la Zaragoza histórica.

Servían cenas íntimas,

estupendas para parejas

y amistosas conversaciones.

Allí estuve con chicas

y buenos amigos.

Duró poco, una pena.

Se cenaba muy bien

y se estaba muy a gusto.

Como en casa.

Pero los negocios hay que mantenerlos.

Se convirtió en un pub popero,

lo que a priori no me atraía,

pero seguí yendo.

Por Sergio.

Por Anabel.

Por su selección musical

y las buenas gentes que en torno a él se juntaban.

Variopintas personas distintas a mí,

distintas entre sí,

pero contentas junto a Sergio.

Al menos,

en apariencia.

Con la cortina corrida,

en el Bacharach,

la apariencia era ciencia

y las risas eran sinceras.

La pandilla estaba contenta

entre vinos y barbas,

minifaldas y vinilos,

poesías y puritos.

El Bacharach siempre me gustó más

a partir de la 1 de la mañana,

oficialmente cerrado.

Alguna noche,

si caía por ahí,

crapuleaba un poco

con esos tipos tan distintos a mí.

Mis vecinos artistas.

Las que pintan, las que abren bares,

los que pinchan y sacan discos,

los que escriben e incluso publican.

Me eché algunas risas,

como buen “Bricomaníaco” que soy

(esto solo lo entiende el bigotes).

Años antes me emborraché en el Bacharach,

o ya llegué borracho.

Pero no solo,

sino con mi cuadrilla de la universidad.

También conocían a El Niño Gusano,

pero no al músico Burt Bacharach.

A mí me gusta mucho la versión

de “Toute la pluie tombe sur moi”

que canta Aznavour y muchos más.

Se la enseñé y decidí presentarme así a Sergio.

Uno hacía los ritmos,

otro el “tutuaaaaa”,

el tercero la melodía

y otro se reía a carcajada limpia.

Le gustó

y para celebrarlo,

me tiré a la calzada de Espoz y Mina

e hice pitar a los coches.

Algún motorista se incomodó.

A mediodía

arreglaban el bar

y siempre nos saludábamos

o compartíamos algo.

Lo más sencillo

era lo más buscado.

Una tarde, me regaló

“Cielo ha muerto”

y me puso

“Gracias por la búsqueda”.

También escribió otra dedicatoria,

que todavía no comprendo.

Cuando me avisaron de que Sergio había muerto,

me eché a llorar.

Yo no suelo llorar a la muerte,

quizás si se va un ser cotidiano.

Igual Sergio lo era,

seguramente lo es,

porque mientras escribo esto,

una chica sale de la tarta.

Y eso es cotidianeidad.

Como la charradica con el panadero,

el guiño al currela de la esquina

o los saltos bajo el Arco del Deán.

He perdido a un buen vecino,

un barman entretenido

un músico atractivo,

un peculiar escritor,

una gran persona.

Ahora,

¡qué mejor ocasión!

Escucho El Niño Gusano.

Y seguiré con La Costa Brava,

Y con Muy Poca Gente.

Y releeré sus libros de poemas,

descansando en nuestras estanterías.

Y conseguiré otros versos,

y otras historias

de un tipo curioso,

que hablaba de situaciones curiosas,

como la puta vida.

Si la sabes vivir.

Y Sergio, sabía.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Muchas gracias.

martes, 15 de julio de 2008, 11:51:00 CEST

 
Anonymous Anónimo said...

Me pidió un amigo de Quinto algún CD de él (tengo en mi archivo aquellos CDs que me dejaste). Y mientras pasaban los días y yo sin encontrar rato para buscarlos, me enteré de la noticia.

Me gustó mucho lo que escribiste...

Un abrazo fuerte
La anonanada

viernes, 18 de julio de 2008, 12:00:00 CEST

 
Anonymous Anónimo said...

Yo tengo casi todo lo editado.
A mi vuelta, te paso lo que quieras, anonadada.

Así te animo, jiji.
Un beso, cucha,
cucho

viernes, 18 de julio de 2008, 18:22:00 CEST

 
Anonymous Anónimo said...

Los "vecinos" del Roncal también le echamos de menos, que gracias a él construimos un pasadizo profundo que comunicaba por la noche con los baños del Bacharac.
Qué mejor que irse dejando tan buen recuerdo...
Alex

miércoles, 30 de julio de 2008, 21:44:00 CEST

 
Anonymous Anónimo said...

¡Jau Alex!

Un jardín en cada poro.
Para todos, todo.

¡y salud!

viernes, 15 de agosto de 2008, 22:27:00 CEST

 

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