Ya nos gustaría aquello de "El Pirineo será vuestro Vietnam"

Cada vez que escribo algo sobre el tema del esquí, el Pirineo y las montañas aragonesas en general, surgen personas que me replican poniendo por delante los presuntos intereses de quienes habitan allí arriba. ¿Se cree usted --me dicen-- que esa gente puede permitirse dejar los valles intactos mientras para ellos no queda otra salida que la emigración?

Pero, queridos amigos, ésta no ha sido nunca la cuestión. Poner a los montañeses como pretexto de una actividad (fundamentalmente urbanística) que está despojando a las montañas de su valor intrínseco es una vieja trampa. Todos los que han ido al Pirineo a extraer de allí sus riquezas naturales (madera, energía, territorio) han asegurado sistemáticamente que la suya era una misión benéfica destinada a potenciar el desarrollo del Alto Aragón. Pero luego se ha visto cómo el dinero volaba fuera y cómo sobre el terreno sólo quedaban las laderas peladas, los pueblos inundados y la depresión económica. Ahora, con la reclasificación sistemática de suelos y la inversión pública concentrada en las estaciones de esquí, la pasta vuelve a correr. Muchos nos tememos, sin embargo, que el boom sea otra vez de los de pan para hoy hambre para mañana.

En la montaña aragonesa caben múltiples actividades: Teletrabajo y telecomercio (si se enlaza con Internet a todos los núcleos habitados), turismo, hostelería, gastronomía, termalismo, producción agroalimentaria, deportes (incluido el esquí en unas estaciones desarrolladas racionalmente), guardería de los espacios protegidos, industrias transformadoras no agresivas, construcción (sobre todo si se crean empresas especializadas en la rehabilitación y el uso de técnicas constructivas tradicionales), actividades de protección y recuperación mediambiental, ganadería... O sea, una economía diversificada, de alta calidad y respetuosa con la naturaleza y el paisaje. ¿Por qué no han ido ahí los millones y millones invertidos en el monocultivo de la nieve?

José Luis Trasobares