Bitácora rebelde del programa LA ENREDADERA que emitimos desde hace casi 10 años en la emisora libre RADIO TOPO. Puedes escucharnos cada domingo de 21 a 23 horas en directo en el 101.8 de la FM zaragozana o descargarte nuestros sonidos en la web www.archive.org ¡¡Escucha nuestros programas, entrevistas y cuñas en este mismo blog!! ¡¡ROMPE LA INCOMUNICACIÓN!!

miércoles, 31 de mayo de 2006

¿El gusto? Una costumbre


Conversando con Marcel Duchamp, le preguntaron:
- Para usted, ¿qué es el gusto?
- Una costumbre. La repetición de una cosa ya aceptada. Si se empieza de nuevo varias veces alguna cosa, se convierte en el gusto. Bueno o malo es lo mismo, siempre es el gusto.


(Marcel Duchamp, francés nacionalizado norteamericano, 1887-1968, era un artista provocador, ajedrecista de gran nivel, teórico del arte. Revolucionó la estética del S.XX liberando los soportes (objetos del comercio, el urinario, juegos de palabras, desviacioines, alteraciones, etc.) y exigiendo del espectador que realice la mitad del trabajo estético con su trabajo intelectual.

(Estas notas son de "Antimanual de filosofía", de Michel Onfray,
libro de la leditorial Edaf que os recomiendo).

Por cierto,... ¿os gusta este blog?

martes, 30 de mayo de 2006

Bicicleta de Asfixia


Doy un salto y, muy jovial,
Me incorporo a un nuevo día,
Motivado de alegría:
Voy a golpe de pedal.

Sobresalto a las señoras
Que madrugan pal mercado,
Un pitufo uniformado
Me controla ya a estas horas.

Sorteando al bus urbano
A punto me trago un bache.
Me siento cual indio apache
Con tanto coche marrano.

Humo, ruido y gasolina,
Ingredientes del atasco.
No me asustan sus bocinas,
Sus cochazos me dan asco.

Nerviosos siguen parados,
Yo raudo les dejo atrás.
?Conmigo nunca podrás?,
grito al taxista tarado.

He llegado a mi destino
Sin gastar ni una peseta.
Feliz y con mi Espineta
He gozado en el camino.

Por fin quedaron atrás
Moto, coche, bus, camión.
Sumaros a mi pasión,
La bici os da mucho más.

Elegante y muy viciosa,
Ni sumisa ni devota,
Como el vino en buena bota,
Tú me embriagas, bici hermosa.

Esta canción la escribió ASFIXIA para el Cabaret de la Vïa Lactea,
en la XVII Semana Cultural de la Madalena de Junio de 2004.
Allí se cantó, se coreó y se bailó.

lunes, 29 de mayo de 2006

¿La ecología y la ciudad son incompatibles?


Zaragoza. Primavera. Año 2006.
Un árbol de especial singularidad es talado en el Barrio de San José.
Pardójicamente, daba color al mes de Mayo en el Calendario del Ayuntamiento.
En el Parque Miraflores, se talan otros árboles y se plantan palmeras.
En las obras del Paseo de Echegaray y Caballero, los árboles no se protegen ante el ataque de las máquinas devoradoras.
En el barrio de Torrero, el laurel del patio de la cárcel, salvado por la lucha vecinal, languidece ante las agresiones a sus raíces, fruto del salvajismo de la especulación.
La Exposición Internacional (que no Universal, es de segunda categoría)
se comporta como una Expo de primera a la hora de destruir la última huerta de Zaragoza
y, ya de paso, transformar un precioso meandro de Ranillas en un terrible conjunto de naves y horteradas de hormigón.
Muchas calles de la ciudad (incluída la maquillada Plaza del Pilar) muestran desnudos y grises alcorques abandonados.
Ayer, la jaula de un árbol. Hoy, fabulosos ceniceros.
Los naturalistas de la ciudad están aborrecidos de denunciar podas de ramas en esta época del año, cuando cada corte que provocan a un árbol le supone una cicatriz de por vida.
El área de Parques y Jardines se supera cada día.
¡Viva el mal, viva el capital!

Marginales


Porque no todo el pop es insulso,
ni todo lo que pone Radio 3 invita al inmovilismo,
ni el mariconeo está reñido con la crítica,...
¿No conoces a los Marginales? ¿No sabes qué es el clocharismo?
"El año pasado, a mediados, tocamos techo. Ahora estamos iniciando el Grande Descenso."
Manolo y Genís. Septiembre, 2003.
Algunas muestras:
versioneando a Vïctor Jara y su "Te recuerdo Amanda"
Unos temas propio, "Te dejo", en Valencia y "Quedamos así", en París.
Y, como premio si has llegado hasta aquí, un curioso vídeo alternativo de la canción "Hay un hombre en España que lo hace todo", sin Astrud. Muy currado.

Especula, que algo queda


Sinceramente, creo que no solo las constructoras y los promotores inmobiliarios son responsables de la brutal especulación urbanística que padecemos.

viernes, 26 de mayo de 2006

De azul, verde o marrón,...



,... un cabrón es un cabrón

Síndrome de Mario Benedetti


Todavía tengo casi todos mis dientes, casi todos mis cabellos y poquísimas canas. Puedo hacer y deshacer el amor, trepar una escalera de dos en dos y correr cuarenta metros detrás del ómnibus. O sea que no debería sentirme viejo. Pero el grave problema es que antes no me fijaba en estos detalles.

El romance de la lluvia


Libertario, compositor, poeta, solidario, humilde, leal, comprometido, irónico, rural,...

Los que habéis estudiado francés seguro que ya lo conocéis.

Por si todavía hay quien no ha escuchado a George Brassens, os animo a hacerlo.

Esta es la letra de LA ROMANCE DE LA PLUIE, una de mis canciones más queridas.

J'adore entendre le gai flic-flac,
Le son joyeux de la goutte d'eau
Qui tombe et qui claqu',
Ce clapotis qu'en pizzicato
Font les petit's flaqu's,
C'est la romance de la pluie...

Si quand il pleut mon c?ur fait tic-tac,
C'est que le jour où je t'ai connu
L'eau tombait en vrac
Aussi depuis j'ai mieux retenu
Qu'un air d'Offenbach
Cette romance de la pluie...

Quand elle nous arrose
La rose fleurit
Donc, moi je suppose
Qu'elle fait s'épanouir notre amour aussi

Voilà pourquoi j'aime le flic-clac
Le son joyeux de la goutte d'eau
Qui tombe et qui claqu'
Puisque mon c´ur fait comme un duo
Avec le tic-tac
De la romance de la pluie...

lunes, 22 de mayo de 2006

Turismo: la mirada caní­bal


Santiago Alba Rico. Un amigo que comparte a través de su pluma unos acertados análisis filosóficos, sociales y políticos. Escribe habitualmente en Gara, Ladinamo, Cádiz Rebelde,... y casi todos sus artí­culos los publica www.rebelion.org (en la columna de la izquierda, en "Más autores,..", los podéis ir disfrutando línea a lí­nea). Quizás os suene como arabista, filósofo o, seguramente, como guionista del espacio Los Electroduendes, de La Bola de Cristal. Muy recomendable en este mundo de "intelectuñoles".

Turismo: la mirada caní­bal
Santiago Alba Rico
Archipiélago

El 2 de agosto de 1999, Yaguine Koita y Fodé Tounkara, dos niños africanos de 14 y 15 años respectivamente, fueron encontrados muertos en el tren de aterrizaje de un avión belga que cubría el trayecto entre Conakry, capital de Guinea, y Bruselas. Escondidos en el estrecho habitáculo, polizones de su propio ataúd, habían muerto congelados sin ver cumplidos sus sueños de vivir despreciados, marginados y explotados en la opulenta Europa. En el cuerpo de uno de los niños se encontró una carta que conmovió un instante a los europeos -golosina o bombón humanitario- y luego se disolvió sin dejar rastro en la conciencia, indiscernible de la emoción de un gol o de la satisfacción de unos zapatos nuevos. "Señores miembros y responsables de Europa", habían escrito los adolescentes en francés, "es a su solidaridad y a su bondad a la que gritamos por el socorro de Africa" y enumeraban a continuación algunos de los males que aquejan a sus poblaciones, así como los méritos y grandes valores de nuestro continente. "Les suplicamos muy, muy fuertemente, que nos excusen por atrevernos a escribirles esta carta a Ustedes, los grandes personajes a quien debemos mucho respeto", acababa el texto con una especie de bofetada angelical, de demoledor homenaje a nuestra reputación. La carta llegó a su destino, pero los portadores no, y sólo por esto la carta recibió la atención de setenta periódicos y doscientos canales de televisión que habrían ignorado las súplicas de dos supervivientes. "Si ustedes ven que nos sacrificamos y exponemos nuestra vida, es porque se sufre demasiado en Africa", escribían. Yaguine Koita y Fodé Tounkara pedían cambios para su situación y la de sus países y Occidente recompensó su sacrificio con lo único que sabe dar: un minuto de publicidad.

Desde agosto de 1999 han muerto en todo el mundo miles de inmigrantes, negros o tiznados, tratando de pasar la frontera entre la inexistencia y la esclavitud. En camiones frigoríficos, en furgones para ganado, hacinados en pateras, de frío, por asfixia o ahogados en el mar, siguen muriendo todos los días a causa de su irrelevancia de nacimiento, sin poder atravesar esa línea que con tanta facilidad cruzan las mercancías, los animales y hasta los virus, pero en la que se quedan inevitablemente enganchados los individuos puros, los hombres desnudos. En dirección contraria, mientras tanto, 80 millones de vuelos al año trasladan a 600 millones de turistas a los que nadie puede detener porque no hay fronteras ni vallas ni fusiles que puedan detener -o al menos limitar- el flujo impersonal de los consumidores. Quizás en el mismo avión entre cuyas ruedas murieron congelados Yaguine Koita y Fodé Tounkara, como insectos en una trampa, volvía de Malawi el matrimonio Walker muy quejoso porque -según una carta dirigida al Alto Comisionado para el Turismo de ese país africano- "los hoteles de cinco estrellas no merecen esa calificación", "las carreteras son malas" y no hay "buenas gasolineras con baños limpios para animar a los turistas a disfrutar de un hermoso país"[1].

España sólo abolió la esclavitud definitivamente en 1880, pero el 19 de diciembre de 1817 Fernado VII, a remolque de los acuerdos del Congreso de Viena, prohibió la trata o tráfico de esclavos, que continuó de manera clandestina en las décadas sucesivas. Hasta esa fecha y durante tres siglos, los europeos habían obligado a viajar a 14 millones de negros africanos contra su voluntad para ponerlos a trabajar como esclavos en las colonias de América. Si por cada negro que llegaba vivo a su destino morían al menos tres durante la captura, el confinamiento en barracones a la espera del traslado y la travesía en pequeños Auschwitz flotantes, sólo un escalofrío es capaz de calcular las dimensiones de este genocidio. En su decreto de 1817, el rey español comenzaba por elogiar "la providencia de sus augustos antepasados", cuyo generoso interés humanitario había ideado la esclavitud "para salvar de la muerte a los negros", los cuales, transportados a América, recibían "no sólo el incomparable beneficio de ser instruidos en el conocimiento del Dios verdadero" sino también "todas las ventajas que trae consigo la civilización". Entonces, ¿por qué suspender tan caritativa iniciativa en favor de los africanos? ¿Por qué interrumpir la trata que tantos beneficios reportaba a sus víctimas? Fernando VII hace gala de un refinamiento retórico tan ignominioso que parece más propio del siglo XXI que del XIX; si se podía poner fin al tráfico de esclavos era porque -dice el decreto- "el bien que resultaba a los habitantes de Africa de ser transportados a países cultos no es ya tan urgente y exclusivo desde que las naciones ilustradas han tomado sobre sí la gloriosa empresa de civilizarlos en su propio suelo"[2].

El caso de la esclavitud, y la familiar y monstruosa retórica de Fernando VII, demuestran que la libertad de movimientos, bajo la empresa colonial y bajo la consiguiente descolonización capitalista, es más bien la libertad de la "trata" de hombres: sacarlos, retenerlos e incluso devolverlos una vez usados, cuando se vuelven redundantes, como ocurrió en 1821 con los 20.000 negros sin amo para los que los EEUU compró por 300 dólares un pedazo de terreno en las costas occidentales de Africa, esa irónica Liberia concebida como vertedero de excedente humano y solución del "problema negro" ya incipiente en norteamérica y que prefiguraba el modelo de "independencia" diseñado por las potencias occidentales. Liberia, primer país "libre" del continente africano, anticipa la funcionalidad de la forma Estado-Nación en un espacio de soberanía desigual en el que los Estados soberanos -es decir, los económicamente poderosos- se reservan el derecho de ingreso de los inmigrantes y se reservan al mismo tiempo a los Estados minusoberanos como contenedores de materias primas y mano de obra barata y como destino inexorable de sus mercancías y sus turistas. En este sentido, el mercado capitalista reproduce de un modo "natural" los mecanismos explícitamente coactivos del mercado de esclavos: la pobreza inducida obliga a salir a miles de hombres y las restricciones de entrada de las metrópolis permiten seleccionarlos, en el marco del derecho internacional, sin necesidad de acudir personalmente a las plazas públicas a examinarles los dientes. Millones de hombres sin derechos -porque son sólo hombres- quedan así a merced del derecho de los Estados dominantes.

Como escribía hace doce años en estas mismas páginas, "turismo y emigración constituyen dos formas diferentes de desplazamiento político en el espacio"[3]. La figura del "turista", en efecto, sólo puede comprenderse a la luz de la del "inmigrante", como su reverso y su denuncia, en el cruce de dos flujos desiguales, uno ascendente y otro descendente, que reproduce la explotación económica a nivel planetario y legitima ideológica, antropológica y psicológicamente una relación neocolonial a nivel local. Blancos, negros, mujeres, hombres, ricos, pobres, en algún sentido el mundo se divide en realidad en "turistas" e "inmigrantes", de manera que estas dos categorías modelan y agotan todas las posibilidades de relación subjetiva entre los hombres: los "turistas" lo son en sus propias ciudades, antes y después de sus vacaciones, y los "inmigrantes" lo son desde su nacimiento, en sus propios países, con independencia de que crucen o no las fronteras de Occidente. Así, los "turistas" visitan a los "inmigrantes" en Egipto o Senegal, a donde trasladan sus vallas melillenses y sus medidas restrictivas (hoteles de alta seguridad, programas blindados, restaurantes vedados a los habitantes locales) desde las que contemplan, más que esfinges, pirámides y paisajes de ensueño, su propia superioridad y la inferioridad de los nativos. Que la potencia estructural de estas categorías conduce de algún modo a la ontologización racial de los dos términos, con la consiguiente estandarización del conocimiento y retroalimentación de las conductas, lo demuestra el hecho de que para los "turistas" todos los nativos son iguales (ingenuos, astutos, interesados, simples, sexualmente amenazadores) y para los "inmigrantes", a su vez, todos los turistas son iguales (ricos, envidiables, displicentes, ignorantes, un poco infantiles, lícitamente explotables). La cristalización racial de los intercambios, que impide o dificulta las relaciones parasociológicas (individuales o políticas), hace perfectamente aplicables al vínculo turista/inmigrante, algunas décadas más tarde, los análisis de Frantz Fanon, Fernández-Retamar o Edward Said sobre la construcción de una subjetividad colonial y de una objetividad interesada. Por eso, más allá de la devastación económica y ecológica que lo acompaña, no puede haber y no puede defenderse ningún modelo de turismo racional o sostenible y en un mundo regido realmente por la justicia económica, la libertad individual y la soberanía estatal el sentido común impondría la lógica inversa a la que -absurda, inhumana y destructiva- impone el capitalismo; es decir, liberalización de la inmigración y regulación y restricción muy severa del turismo.

La dirección del desplazamiento, el medio de transporte y la recepción en destino determinan estructuralmente la autoestima del viajero y su percepción del otro. Desde el tren de aterrizaje del avión de Sabena, Yaguine Koita y Fodé Tounkana consideraban al matrimonio Walker "grandes personajes a los que debemos mucho respeto", los cuales, por su parte, arrellanados en sus asientos de clase turista, contemplaban Malawi como un lugar que se debía dejar ordenar a los ingleses para su mayor comodidad. La empresa colonial europea tan encarecida por Fernando VII como una benemérita obra de civilización empleó, por este orden, a guerreros, misioneros y mercaderes, a los que se añadieron, a partir de los años cincuenta del siglo XX, los turistas que viajaban, cada vez más masivamente, en la misma dirección y como prolongación de estos tres elementos, todavía activos, con los que compartían y comparten el mismo derecho a dominar el mundo con la mirada. Toda la satisfacción pomposa del turista, su sensación de invulnerabilidad, su desprecio tranquilo y paternalista por el otro, su aceptación de una distribución de papeles que le favorece, proa individual de un poder impersonal -un tanque, un pasaporte, la rúbrica del Banco Europeo- que ha olvidado y que ni siquiera ha elegido, toma cuerpo y se confirma en una mirada panorámica y caníbal; una mirada para la que toda visión es un objeto derrocado o, lo que es lo mismo, la imagen anterior a la próxima imagen encuadrada rápidamente en la ventanilla del autobús o en el objetivo de la cámara, mediante los cuales seguimos viendo todo -por muy lejos que vayamos- en la pantalla de la televisión. Esta forma de mirar, que define al turista, define de algún modo también el objeto de su mirada, y puede resumirse rápidamente en algunos rasgos esenciales.

1.- La primera ilusión del turista es, en efecto, la del movimiento. Al contrario que el inmigrante, el turista permanece siempre en el mismo sitio mientras se le van pasando las imágenes que verá, de vuelta a casa, desde su sillón. En realidad va viendo por adelantado las fotos del viaje y está siempre, en consecuencia, en el lugar desde el que las verá a su regreso. Al mismo tiempo, en Túnez, en Estambul, en Tombuctú, en Bombay, en Cancún, el turista se traslada sólo de un no-lugar a otro -los mismos aeropuertos, la misma cadena hotelera, los mismos autobuses, los mismos servicios indiscernibles de la misma agencia-: uno puede dar la vuelta al mundo sin salir jamás del Sheraton ("fuera es El Cairo, dentro el Sheraton", decía una famosa publicidad). Si "inmigrante" es el hombre que nunca ha estado en su propio país y por lo tanto tampoco puede volver, "turista" es paradójicamente el que no ha salido nunca de él.

2.- Inseparable de esta ilusión de movimiento, es la de singularidad: "tenga usted, como todos, una experiencia exclusiva". El turismo de masas, acuñador de una mirada homogénea entregada al consumo industrial de paisajes, monumentos y cuerpos, alimenta la paradoja de una generalización del elitismo: los turistas son todos igualmente superiores, son todos indiscerniblemente únicos, lo que sólo es posible, en cualquier caso, frente a una totalidad inferior (la de los "inmigrantes" locales que les sirven, al mismo tiempo, de contraste y de decorado). Cuanto más común y pastosa es la experiencia, cuanto más se parece la memoria del viaje al catálogo de la agencia que vimos antes de partir, cuanto menos se distingue de la del compañero de autobús o de barco, más se afirma un yo tautológico y vacío que se indica a sí mismo como el único contenido individual de la aventura. Las pirámides, el Taj Mahal, los niños nativos constituyen el fondo indiferente, repetido, pintado, sobre el que se suceden los cuerpos singulares retratados en las fotografías y de hecho lo que diferencia a esas pirámides de las del compañero de viaje es que sólo en esas aparezco yo. El turista es el que tapa las cosas, el que siempre da la espalda a la catarata o al templo: "yo delante del Partenón", "Chus y yo en la fiesta beduina", "el guía y yo en Sakkara". Internet ha permitido, por lo demás, multiplicar esta ilusión de exclusividad vacía, bombear esta "inflación de egos estereotipados" (como la he llamado en otra parte[4]) y hay decenas de páginas web en las que los turistas "cuelgan" las fotografías de su viaje -el yo en la época de su reproductibilidad técnica- con algunos consejos que nutren el circuito cerrado de los errores y clichés y confirman la triste posición yaciente de los países visitados.

3.- Pero el turista fotografía... fotografías. No son las pirámides ni el Taj Majal ni el Partenón (ni los niños nativos) lo que retrata sino las miles de fotografías e imágenes con las que ha llegado cargado hasta allí, el efecto óptico de una acumulación de "postales" depositadas durante años en su retina, el archivo visual que no permite ver el objeto sino en la medida en que se parece a lo dejá vu, en que se adecua -como la verdad misma- a las fotografías de los amigos que hicieron el viaje un año antes, a las imágenes del documental de televisión, a la publicidad de los catálogos. Esta mirada tiene una larga tradición. Los viajeros franceses de la segunda mitad del siglo XIX (Flaubert, Nerval, Gautier, entre otros) arrastrados a Egipto no ya por los imperativos de la conquista sino por los excedentes de capital (primeros turistas, pues, de la especie), rodaron en El Cairo desbarrando de vértigo, como en un coche que vuelca. Habían acarreado hasta allí un vívido catálogo de imágenes que esperaban ver desplegarse ante sus ojos en orden de parada militar, con un rótulo entre los pies, al igual que en un libro de estampas. Se vieron naufragar, en cambio, en un mundo en el que la "claridad y distinción" cartesianas sucumbían a la barbulla de los objetos, con los que uno no podía evitar pringarse: el horror de la muchedumbre, el trampantojo urbanístico, la confusión de los colores, de las generaciones, de las clases. La mayor parte de ellos se había decidido a conocer el país del Nilo tras visitar el pabellón egipcio de las primeras Exposiciones Universales celebradas en París, en el que la fidelidad de la reproducción de la vida cairota estaba concebida como espectáculo; es decir, como pasividad, como distanciamiento profiláctico, como sistema de producción de emociones narcisistas. No puede extrañar, pues, que en 1856 un Gautier desilusionado regurgitase, con la mano bajo la barbilla, sentado a la mesa de un café de El Cairo: "El verdadero Egipto es el de la Exposición Universal de París". La realidad sólo nos interesa cuando deja de serlo; a los otros sólo los vemos cuando no nos interesan. La mirada del turista construye una tela de araña e inmediatamente la destruye de un soplo.

4.- Egipto tiene que parecerse al de la Exposición Universal; Bali tiene que parecerse al de El Corte Inglés; Africa tiene que parecerse a la de Port Aventura. Egipto, Bali, Africa tienen que convertirse en Parques Temáticos de sí mismos, a la medida de la fotografía que queremos fotografiar. Habrá, pues, que construirlos. El país entero tiene que posar y habrá que obligarlo a acomodar su economía, a transformar sus infraestructuras, a reorganizar su comercio, a disolver sus cimientos y momificar sus superficies, a poner el agua, el espacio, los hombres a disposición de la Imagen Verdadera que los turistas han visto ya mil veces y quieren confirmar sobre el terreno. Los 500.000 millones de dólares anuales del negocio turístico entrañan una intervención sin precedentes y a todas las escalas en la articulación de las naciones minusoberanas, las cuales no pueden limitar -salvo con bombas trágicamente soberanas- esta avalancha de mirones. La Verdadera Imagen construye carreteras y campos de golf en el desierto y construye y congela también, con la perversión antropológica correspondiente, la tradición. La riqueza de Egipto, de Túnez, de Senegal es la dependencia: la de los "inmigrantes" en el exterior que venden su fuerza de trabajo en Madrid y la de los "inmigrantes" en el interior que venden su imagen sobre el terreno, como Beckham pero en barato, a los madrileños. Porque junto a la aculturación de los no-lugares construidos como atalayas o sillones del dejá vu occidental, el turismo impone también una falsa etnificación en las sociedades intervenidas: Egipto tendrá que ser intensamente faraónico 3.000 años después; los indígenas lacandones tendrán que vestir sus túnicas blancas y mantener sus chozas de madera para recibir a cambio el dinero con el que comprar los más sofisticados electrodomésticos; los jóvenes parados del sur de Túnez tendrán que disfrazarse con ridículos sirwales tradicionales, que nadie usa ya, para poder ligar con una sueca o adquirir un móvil; de Siria a Mauritania, en fin, los zocos tendrán que vender las mismas bastardas artesanías fabricadas en Taiwan. Si una agencia de viajes, por error o por malicia, propusiera visitas guiadas a los esquimales de Nigeria, veríamos las aldeas de Africa poblarse de igloos, los restaurantes servirían carne de foca, los nativos se vestirían con abrigos de pieles y las tiendas de souvenirs venderían arpones y estatuillas de hielo (fabricadas, claro, en Taiwan).

5. Pero no sólo el país, también sus hombres tendrán que avenirse a participar como figurantes en el Parque Temático. La mirada de los turistas es performativa y determina permanentemente la conducta de unos nativos que sólo existen para ellos. Obligados a vender su imagen, como Beckham pero de saldo y además con mañas, deberán aceptar un escueto repertorio de papeles que, como por casualidad, coincide con el que representan a nuestros ojos los inmigrantes de las metrópolis occidentales. Así, lo nativos serán sumisos, sencillos, serviciales, admirativos, testigos en cada gesto de nuestra superioridad natural, que tratarán en vano de imitar, o aparecerán como un problema de seguridad: "inmigrantes" también en su propio país, se insinuarán amenazadores, astutos, sospechosos, inclinados racialmente a la delincuencia. Entre la compasión narcisista y la legítima defensa, la Imagen Verdadera deberá conciliar el espectáculo y la seguridad. La solución será vestir a los policías con trajes típicos nacionales, como ya ocurre en Honolulú y como propone Peter E. Tarlow, presidente de Turism&More en la página web de su organización[5].

6.- La mirada del turista transporta -como con precisión la define Antonio Calvache- la "experiencia de clase dominante". Todo desplazamiento en el espacio, decía Levi-Strauss, es un desplazamiento en la escala social y este desplazamiento -el único que en realidad experimenta el viajero- es el que moviliza a la pequeña y media burguesía occidental que contrata viajes organizados con las grandes agencias. Si el nativo se venga de e invierte la estructura económica planetaria en el nivel personal, a través de las pequeñas astucias mediante las que "explota" al turista individual, el trabajador occidental, mediante el turismo de masas, ve revalorizado su dinero (como ve revalorizado su atractivo sexual) y se venga de e invierte la jerarquía que le somete a las miserias de la rutina laboral, convirtiéndose por unos días frente al nativo -una vez más "inmigrante" en su propia tierra- en miembro de esa élite cuya superioridad, belleza y arrogancia admira en las revistas y padece quizás en la empresa de la que es asalariado. Estas inversiones individuales, se comprenderá, dejan intacto y, aún más, legitiman y alimentan el orden global que distribuye los papeles.

7.- La mirada turística, finalmente, transporta también una triste e infantil experiencia de comunidad. La mayoría de edad kantiana de la Ilustración revela todo su fracaso en la figura del turista que se deja divertir y que es arreado, conducido, guiado, disfrazado, tatuado, alimentado en grupo. Espectáculo de los espectadores reunidos, ninguna imagen de la inmadurez nihilista es más elocuente que la de 1.500 turistas acarreados en autobús hasta un solitario café del desierto, bajados casi a latigazos, vestidos en cadena con chilabas a rayas, como prisioneros de Lager, montados en 1.500 camellos y llevados de las riendas a un tenderete para que compren bolsitas con la misma arena del Sáhara que están pisando con sus propios pies ("¡cómo no comprar muy barato lo que podría salirnos gratis!"). En otro sitio he llamado la atención sobre el parentesco entre el Parque Temático y el Campo de Concentración, como máxima corrupción del "gusto" en el imperio del ello establecido por el mercado[6]. Lo más terrible es que esta minoría de edad del turista que considera infantiles a los nativos constituye la verdadera satisfacción del viajero industrial. Horarios cuarteleros, comidas en común, solidaridades frente al tour-leader, traslados en masa, uniformes, penalización de las conductas asociales, la experiencia del turista tiene la intensidad central, compensatoria y delatadora de la miseria social del consumidor occidental, de un regreso a la mili; y de vuelta a la soledad del ello cotidiano, caníbal solitario de televisión y supermercado, del viaje a Egipto no recordará ni las pirámides ni la esfinge ni el bellísimo Nilo sino únicamente, y con dolorosísima nostalgia, la felicidad de grupo, sombra diminuta y pueril de esa comunidad política y social perdida para siempre -o pervertida- en las metrópolis capitalistas.

La mirada turística, en cualquier caso, no es más que la mirada normal de un hombre que ya no discierne entre una guerra y una olimpiada, que monumentaliza la ocupación de Iraq -asumida y emocionante como el Coliseo de Roma o las ruinas de Palenque- y que con maravillosa ingenuidad se hace fotografiar no sólo ante la mezquita de Suleiman o los restos de Babilonia sino también sobre el cadáver del prisionero al que acaba de torturar hasta la muerte. Este hombre que fotografía fotografías, y que se desplaza con agencias de viaje o con ejércitos, tiene que poder llegar a su destino y encontrar lo que busca. El que va a buscar trabajo, en patera o en furgón de ganado, no. De ése precisamente se ocupan las cámaras fotográficas y las mirillas de los tanques.

El amargo ingenio de un amigo proponía que la comunidad internacional firmase un -así llamado- Protocolo de Quieto, en virtud del cual se concedería a todos los hombres por igual un cupo de movilidad con un máximo de kilómetros a recorrer en el curso de una vida. Los viajes turísticos descontarían el doble de kilómetros mientras que no se registrarían las visitas a amigos, los desplazamientos solidarios, las estancias de trabajo o las becas de estudios, según el principio general de que sólo debería salir de su país el que tuviese algo que enseñar o algo que aprender. La idea sirve sobre todo para revelar irónicamente las destructivas consecuencias, ecológicas, económicas, políticas y sociales, de esta invasión de caníbales mirones que pasean libremente por el mundo su egolatría industrial. En otro mundo posible quizás se percibiría la necesidad y sensatez de esta propuesta. De momento nos conformaríamos con que pusiéramos del revés -para dejarlas del derecho- nuestras cabezas y comprendiéramos hasta qué punto es absurdo -y no normal-, contrario al sentido común y al buen juicio -y no lógico y natural- el que todo un país se organice para recibir alborozado a un blanco que quiere fotografiarse delante de la pirámide de Keops mientras que todo un país se organiza para tirotear y apalear en una valla a un negro que quiere construir una casa.

[1] El matrimonio no se llama Walker, pero la carta es citada por un funcionario del departamento de turismo de Malawi en Africa-Infomarket.org a partir de una noticia del The Chronicle del 19 de abril del 2005.
[2] Citado por Fernando Ortiz, Los negros esclavos, apéndice, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1987.
[3] Santiago Alba Rico, Astucia y racismo, Archipiélago nº 15, recogido luego en Las reglas del caos, Anagrama, Barcelona 1995.
[4] Santiago Alba Rico, Cultura y nihilismo: la insostenibilidad del hombre, conferencia pronunciada en la Semana de Filosofía de Pontevedra 2005 (http://www.rebelion.org/docs/13501.pdf).
[5] Meter E. Tarlow, La seguridad en la industria del turismo, Security Management On Line, agosto del 2001.
[6] Santiago Alba Rico, Cultura y nihilismo: la insostenibilidad del hombre.

Te doy una canción


En 1970, el cubano Silvio Rodrí­guez parió esta hermosa canción....


Cómo gasto papeles recordándote,
cómo me haces hablar en el silencio,
cómo no te me quitas de las ganas
aunque nadie me vea nunca contigo.

Y cómo pasa el tiempo
que de pronto son años
sin pasar tú por mí
detenida

Te doy una canción
si abro una puerta
y de las sombras sales tú.

Te doy una canción
de madrugada
cuando más quiero tu luz.

Te doy una canción
cuando apareces
el misterio del amor
y si no lo apareces
no me importa:
yo te doy una canción.

Si miro un poco afuera me detengo,
la ciudad se derrumba y yo cantando,
la gente que me odia y que me quiere
no me va a perdonar que me distraiga.

Creen que lo digo todo,
que me juego la vida
porque no te conocen
ni te sienten.

Te doy una canción
y hago un discurso
sobre mi derecho a hablar.

Te doy una canción
con mis dos manos,
con las mismas de matar.

Te doy una canción
y digo: Patria.
Y sigo hablando para ti.

Te doy una canción
como un disparo, como un libro,
una palabra, una guerrilla...
como doy el amor.

viernes, 19 de mayo de 2006

Navegando por la Red, vasta e infinita


Ya que estás delante de una computadora, tal vez te apetezca conocer algunas páginas web que resultan atractivas. En dosis moderadas, internet puede ser un móvil de comunicación e información estupendo:

- www.rebelion.org: para mí­, la página de contrainformación más completa y veraz.
- www.lahaine.org: más cañera.
- www.nodo50.org: amplia plataforma de movimientos sociales.
- http://rasmia.noblezabaturra.org: desde el Centro Social Okupado Rasmia, en Torrero.
- www.poesiasalvaje.com: un sinfín de propuestas literarias y artísticas.
- http://foro.noblezabaturra.org: completa página de debates en Aragón.
- www.youtube.com: si tienes claro el vídeo que buscas, es fácil que aquí­ lo encuentres.
- www.myspace.com: casi todos los grupos del mundo cuelgan aquí­ algunas de sus canciones.

Para empezar, ya está bien. Información alternativa, música, imágenes, poesí­a, debate,...

Si quieres, aprovecha para sugerirnos páginas interesantes.

Zaragoza se mueve


,... lo que no sabemos es hacia dónde.

¡¡MAÑO, SALTE DEL REBAÑO, QUE LA EXPO ES UN ENGAÑO!!

Ahí­ van algunos lugares, colectivos, propuestas,... para mover el culo en esta ciudad:

Centros sociales (Rasmia, Arrebato, 4x5x1, La Revuelta), radios libres (Radio Topo, Mai, La Granja); colectivos sociales (Rebel, Ecologistas en Acción, Comité de Solidaridad Internacionalista, Colectivo antimilistarista, Towanda, Komando Webo, A Enrestida, Pedalea...), grupos de teatro de improvisación (ACR Barrio Verde); Bibliotecas alternativas (Frida Kahlo, Centro de documentación Indez, CNT, La Veloz, La Revuelta,...); Bares variados (Birosta, Bonanza, Ví­a Lactea, La Casa Magnética, Bacharach, La Campana de los Perdidos, Entalto, Gallizo, Tierra de Nadie, Desafinado,...); Asociaciones vecinales combativas (Cantero de Torrero, Lanuza Casco Viejo, Madalena, Venecia,...); salas de arte independiente (Birosta, K Pintas,...); zonas verdes (Parque Grande, Bruil, riberas del Canal,...), rincones a descubrir (callejón de las 11 esquinas, callejón de la Deseperada....), etc.

Para empezar,...
Y tú, ¿qué nos recomiendas?

jueves, 18 de mayo de 2006

Para gustos, los colores


Para que vayáis intuyendo por dónde van los tiros en este blog, ahí­ van algunos de mis sinceros placeres cotidianos:

Silvio, el mundo árabe, agricultura ecológica, Perú, baloncesto, música en directo, Radio Topo, la lealtad, hablar con desconocidos, amar sin frenos, Peñí­scola, el mar, teatro de calle, okupa y resiste, Amanece que no es poco, libros, libros, libros, Habeas Corpus (las letras más que otra cosa), esos momenticos de rebeldí­a compartida, soñar, escribir, bandolear, los graffitis subversivos, los colores en las paredes, Kiko Veneno, la rumba, Camarón, pintar en las mesas, Magic Johnson, Ken Loach (unas pelis más que otras), eso del cariño, las improvisaciones, la fabla aragonesa, verde que te quiero verde, un buen vino, una buena marihuana, un buen polvo, jugar con los niños en el parque, rebeldes del swing, aprender, las bicicletas, los collages, George Brassens, el amanecer desde mi ventana, la agitación, Homer Simpson, el transformismo, la emoción del primer beso, cabaret, sinceridad absoluta, el Pirineo será vuestro Vietnam, Les enjoliveurs, mis amigos de verdad, los colegas, la dureza con ternura, gastos militares pa resucitar al Camarón, los ríos vivos, los canelones de espinacas con salsa de nueces, la utopí­a contagiosa, la eterna sonrisa, los agüelos y sus historias (pa un rato,...), hacer este blog.

Y a tí­, ¿qué te gusta?

Lecturas disidentes para mentes inquietas



¿No sabes qué leer? ¿Te apetece consultar libros de temáticas alternativas?

¿Tienes curiosidad por la cultura popular y la poesí­a salvaje?

BIBLIOTECA FRIDA KAHLO

En el bar vegetariano BIROSTA (c/Universidad 3-5), local del colectivo REBEL (c/ Cantí­n y Gamboa 26) y A ENRESTIDA (callizo de S.Cristobal)

Novelas, comics, teorí­a polí­tica, fanzines, manuales de economí­a solidaria, carteles, libros de ecologí­a, cárceles o periodismo de investigación, poesí­a,....

No temas, ¡abre un libro!

RADIO TOPO 101.8 FM


Antes de digerir una información, merece la pena conocer quin paga los micros.

Rompe la incomunicación con Radio Topo. En el 101.8 de la F.M. maña.

Y emisión por internet para todo el planeta (con conexión, o sea, una pequeña parte): más información en http://foro.noblezabaturra.org

Los domingos a las 21 horas y los lunes a las 14 horas, LA ENREDADERA. Agitación, poesí­a, cultura, rebeldí­a. laenredadera@nodo50.org

Y todos los dí­as desde las 10 de la mañana, música no comercial (ska, rock, reggae, punk, rap, jazz,...), contrainformación, magazines, humor, movimientos sociales,....

Un medio hecho por gente como tú, para gente como tú

Bandolero, porque mi vida yo la aprendí­ a vivir así


BBBUUUUEENNNNNNNAAAAAAASSSSSSSS NNNNOOOOOTTTTTTTTIIICCCCIIIIIAAAAAAASSSSSS

NUEVO NÚMERO DEL FANZINE BANDOLERO............ OUUUUUUUYEEAAAAAHHH!!!!

El número 1 ya está en má¡quinas,.... así­ que si la magia tecnológica del
capitalismo y el buen hacer de nuestros amigos impresores lo permiten....

¡¡¡¡EN LA CALLE EL NÚMERO UNO DEL BANDOLERO!!!!

Un fanzine cultural, literario, artí­stico y reivindicativo.
¿Todaví­a no conoces BANDOLERO?

A la venta por 2 euros (lo que cuesta imprimirlo) en: Bar Bacharach, La
Gruta, Vampirella, El Fantasma de los Ojos Azules, Gallizo, Birosta,
Distribuidora Mala Raza (C.S.A. 4x5x1), A Enrestida, Ví­a Láctea (A.C.R.
Barrio Verde), A.C. La Katxarraka.

En BANDOLERO Nº1: Ilustraciones de Elena Giménez; viaje a Argentina con el
pueblo mapuche; Compartir es Bueno; Visión Túnel; La Buena Vida; Una
reflexión para la reflexión; poesí­as de Xaun, Julio Donoso, Dabid y Asfixia;
graffittis de Kontracorriente Crew; receta vegana; agenda cultural; reseñas
musicales, literarias y cinematográficas; La Katxarraka; tiras cómicas; Solidaridad Polí­tica; ¿Quién dijo coche?,...

Todo esto y mucho más en las calles. Colabora, pí­llalo, lee y actua!!!
En cuanto salga os informamos. Puedes pedir en número 0 en:
bandolero@nodo50.org o Apdo. Correos 326 50.080 Zaragoza.

¡A bandolear!

El Gran Piazzola


Una sugerencia musical para orejas sensibles,...

Astor Piazzola, un gran compositor argentino que aportó al tango la magia del jazz.

Polvo, asfalto y hormigón

"Los Porteros" interpretan una popular canción con una letra má¡s cercana a los tiempos que corren. Próximamente, la interpretarán en directo...

Siento no saber colgarla pero me han dicho que los de Calle Roja la han puesto en su página principal (abajo del todo). Mierda, ¡¡¡no nos metimos en la letra con Izquierda Unida!!! (y les ha molado, lógico).www.calleroja.net

(especial dedicatoria de esta canción a todas aquellas personas que dicen amar la tierra,... ¡pero nos la joden! ¡¡Ay, cabrones!!)

Polvo, asfalto y hormigón
y donde hay agua, una presa,
al norte los telesillas,
esta tierra es Aramón.

Al norte los telesillas,
al sur la tierra arrasada.
Pasa la Expo por el centro
(¡ay, qué evento!)
su pirulí­ y horteradas.

Dicen que Chunta es de izquierdas
pero especula y se calla.
A la derecha el PSOE,
con sus muertos a la espalda
(¡ese GAL!).

Desde tiempos a esta parte
vamos camino a la mierda
(¡y dónde si no!)

vamos a ver cómo el AVE
a toda ostia se pasea.
Y con él van en compaña
el Heraldo y la Ibercaja,
(pedazo familia unida)
Arcosur, Valdespartera,
esta tierra es la repera.

Polvo, asfalto y hormigón
(las manitas en el pecho)
y donde hay agua, una presa,
al norte los telesillas,
esta tierra es Aramón.
Chis pón

miércoles, 17 de mayo de 2006

Conoce el pasado para organizar el presente y conquistar el futuro


Con los ojos cerrados, qué fácil es no ver fantasmas.

Si te apetece saber de dónde venimos, te sugiero ir a una Biblioteca y consultar acerca del Partido Obrero de Unificación Marxista.

Quizás saber lo que pasó en la Pení­nsula Ibérica hace no más de 70 años puede ayudarte a entender el presente.

Tiempos Modernos



"Tiempos Modernos". Os recomiendo esta desternillante y al mismo tiempo terrible pelí­cula dirigida y protagonizada por Charles Chaplin.

Dura y tierna.

Bienvenida a este archipiélago de libertad


Sin saber muy bien cómo, inicio esta página de futuro incierto. Casi tan misterioso como el presente. ¿Qué deparará?

 

Free Hit Counter